
¿Tu hijo tiene eccema o alergias? Aprende sobre la marcha atópica y cómo manejar cada etapa con el acompañamiento del Dr. Daniel Amaya.
¿Tu bebé tiene eccema, moquitos persistentes o alguna reacción a los alimentos? ¿Hay antecedentes de alergias en tu familia? Si es así, puede que ya estés atravesando los primeros pasos de un proceso que en medicina conocemos como marcha atópica.
Como alergólogo, he visto cómo muchos padres llegan a consulta con dudas, preocupación y, en ocasiones, sin saber que esos síntomas aparentemente aislados pueden estar conectados. En este blog quiero explicarte de forma clara, cercana y basada en la ciencia qué es la marcha atópica, cómo se manifiesta en cada etapa de la infancia y por qué detectar y actuar a tiempo puede cambiar la historia alérgica de tu hijo.
La marcha atópica es el nombre que damos a la progresión natural de diferentes enfermedades alérgicas en bebés y niños. Este “viaje” suele comenzar con dermatitis atópica en los primeros meses de vida, seguido por alergias alimentarias, y más adelante por rinitis alérgica o asma durante la infancia.
No se trata de una secuencia rígida ni de una receta exacta. Es un patrón clínico que observamos con frecuencia, especialmente en niños con antecedentes familiares de atopia (predisposición genética a desarrollar enfermedades alérgicas). Algunos niños presentan solo una o dos de estas condiciones, otros las viven de manera simultánea, y hay quienes logran superarlas con el tiempo. Sin embargo, cuando no se interviene adecuadamente desde el principio, la tendencia natural es a que estas afecciones se agraven o se encadenen.
Como bien señalan Boechat y França (2004), el concepto de marcha atópica nos ayuda a entender cómo estas enfermedades se interrelacionan y cómo evolucionan a lo largo del tiempo en pacientes susceptibles.
¿Por qué es importante conocerla?
Entender la marcha atópica te da herramientas para actuar temprano. Porque sí, aunque no podemos cambiar la genética, sí podemos intervenir en el entorno, cuidar la piel desde los primeros brotes, controlar los síntomas nasales y evitar que un cuadro leve se convierta en una condición que afecte la calidad de vida, el sueño o incluso el desarrollo cognitivo del niño.
Este blog está pensado para acompañarte en ese recorrido. Aquí te explico cada etapa de la marcha atópica, sus causas, síntomas y lo más importante: cómo prevenir complicaciones y manejar cada situación con respaldo médico y tranquilidad.
Así que si estás en ese punto donde los síntomas comienzan a aparecer, no estás solo. Sigue leyendo y aprendamos juntos cómo acompañar este viaje con información clara, decisiones acertadas y una mirada empática hacia la salud alérgica infantil.
¿Qué es la Marcha Atópica? Un Viaje Alérgico, No una Escalera Perfecta
Una de las primeras cosas que explico en consulta cuando hablo con padres es que la marcha atópica no es una sentencia ni una secuencia exacta que se cumple paso a paso. Es más bien un patrón clínico, una forma frecuente (pero no obligatoria) en la que se manifiestan las enfermedades alérgicas en los niños, especialmente en aquellos con predisposición genética.
Una progresión que no siempre sigue las reglas
Clásicamente, la marcha atópica comienza con dermatitis atópica, generalmente en el primer año de vida. Luego, pueden aparecer alergias alimentarias, especialmente a proteínas como las de la leche de vaca, el huevo o los frutos secos. Más adelante, alrededor de los 3 o 4 años, se desarrollan síntomas respiratorios como la rinitis alérgica (estornudos, moquitos frecuentes, congestión nasal) y, en algunos casos, el niño progresa hacia asma alérgica.
Sin embargo, en la práctica clínica veo muchos escenarios distintos. Hay niños que saltan etapas, otros que presentan varios síntomas al mismo tiempo y algunos que, con el tratamiento adecuado, logran controlar sus alergias antes de que evolucionen hacia nuevas formas. También hay casos en los que los síntomas mejoran con la edad, aunque esto depende de muchos factores, entre ellos el diagnóstico temprano, la intervención médica y el entorno en el que crece el niño.
Enfermedades implicadas en la marcha atópica
A continuación, te comparto las condiciones más comúnmente asociadas a esta progresión alérgica:
- Dermatitis atópica: suele ser la primera manifestación, con brotes de eccema, piel seca y picor.
- Alergia alimentaria: se presenta con síntomas cutáneos, digestivos o respiratorios al consumir ciertos alimentos.
- Rinitis alérgica: estornudos, obstrucción nasal, moqueo y picazón, muchas veces persistente.
- Asma bronquial: dificultad para respirar, tos, sibilancias (silbidos al respirar) y sensación de opresión torácica.
- Esofagitis eosinofílica (aún en debate): una inflamación crónica del esófago relacionada con la alergia, que algunos estudios sugieren podría formar parte de la marcha atópica, aunque se necesita más evidencia para confirmarlo.

El artículo de Boechat y França (2004) reafirma esta visión al indicar que el término marcha atópica busca explicar la relación entre estas enfermedades y la forma en que suelen aparecer a lo largo del desarrollo del niño.
Cada niño es único
Algo fundamental que debes tener en cuenta: no todos los niños con dermatitis atópica desarrollarán asma, ni todos los que tienen rinitis tendrán alergia alimentaria. La marcha atópica es una posibilidad, no una regla. Por eso, cada caso debe analizarse de forma individual y con una mirada integral, considerando síntomas, antecedentes familiares, ambiente y respuesta al tratamiento.
En mi consulta, me enfoco en entender el contexto de cada paciente y diseñar un plan personalizado que interrumpa o desacelere esta progresión alérgica, mejorando la calidad de vida desde la infancia.
Dermatitis Atópica: El Primer Aviso del Sistema Inmunológico
La dermatitis atópica suele ser el primer grito silencioso del sistema inmunológico. Es más que un simple problema de piel: es la puerta de entrada a muchas otras enfermedades atópicas si no se maneja a tiempo y de forma adecuada.
¿Cómo reconocerla?
En los primeros meses de vida, muchos padres notan que su bebé presenta eccema, piel seca, enrojecida y con picazón intensa, especialmente en las mejillas, los pliegues de los brazos, detrás de las rodillas o en el cuello. A veces se acompaña de costras o pequeñas heridas por el rascado. Esto no solo causa incomodidad al bebé, sino que muchas veces altera su sueño y su bienestar general.
Es importante entender que la dermatitis atópica infantil no es solo un síntoma aislado, sino que puede ser la primera señal de una predisposición alérgica. En otras palabras, es una alerta temprana que el cuerpo nos da para decirnos: “Este niño tiene un sistema inmunológico que reacciona de forma exagerada ante estímulos comunes.”
La piel: una barrera que protege… o que deja pasar
La piel sana actúa como una barrera física que impide el paso de sustancias externas, como bacterias, virus o alérgenos. Pero cuando hay dermatitis atópica, esta barrera cutánea está alterada, lo que permite la entrada de alérgenos del ambiente, como polvo, ácaros o incluso proteínas alimentarias.
Este fenómeno se conoce como sensibilización cutánea, y es un proceso clave en el desarrollo posterior de alergias alimentarias u otras enfermedades atópicas. En otras palabras, la piel lesionada se convierte en una puerta abierta para que el sistema inmunológico comience a reaccionar a cosas que, en condiciones normales, no deberían causar ningún problema.
¿Por qué es tan importante tratarla a tiempo?
Una piel inflamada y sin control no solo genera molestias físicas, sino que puede condicionar el futuro inmunológico del niño. Por eso, tratar la dermatitis atópica no es solo aplicar una crema, es tomar acción para reducir el riesgo de que esta inflamación evolucione hacia otras etapas de la marcha atópica.
En mi práctica, insisto mucho en esto. Una intervención temprana y constante, con emolientes adecuados, control de brotes y una rutina de cuidado personalizada, puede marcar una gran diferencia.
“Manejar bien la piel desde el inicio evita complicaciones mayores.”
— Dr. Daniel Amaya
Este enfoque no solo mejora la piel visiblemente, sino que también ayuda a proteger al niño de futuras sensibilizaciones y reacciones alérgicas. Es el primer paso para tomar el control de la salud alérgica desde la base.
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Alergia Alimentaria: Cuando el Sistema Inmune Reacciona a lo que Comemos
Una de las etapas más delicadas dentro de la marcha atópica es la aparición de la alergia alimentaria, especialmente durante los primeros años de vida. Como alergólogo, he acompañado a muchas familias que llegan preocupadas tras notar reacciones en sus hijos después de consumir ciertos alimentos. A veces los síntomas son evidentes, pero en otros casos se presentan de forma tan sutil que pasan desapercibidos… hasta que se complican.

Los alimentos más comunes en la infancia
En los bebés y niños pequeños, los alimentos que más frecuentemente desencadenan reacciones alérgicas son:
- Leche de vaca
- Huevo
- Maní y frutos secos
- Trigo
- Soja
- Pescado y mariscos
Estas proteínas pueden generar una respuesta exagerada del sistema inmunológico, ya sea desde la primera ingesta o, como veremos más adelante, incluso antes de que el alimento sea consumido.
Síntomas típicos… y los que pasan desapercibidos
Los síntomas de alergia alimentaria pueden manifestarse de distintas formas:
- Cutáneos: urticaria, enrojecimiento, inflamación de labios o párpados, picazón.
- Digestivos: vómito, diarrea, distensión abdominal, rechazo al alimento.
- Respiratorios: tos, congestión nasal, dificultad para respirar (en casos graves).
- Generales: llanto inconsolable, irritabilidad o fatiga repentina tras comer.
A veces, estos síntomas no se presentan de forma inmediata. He visto bebés alérgicos que tardan horas en mostrar señales, lo que complica la identificación del alimento causante. Por eso, el seguimiento médico y una buena historia clínica son claves para llegar a un diagnóstico preciso.
¿Puede un niño sensibilizarse antes de comer?
Sí. De hecho, este es uno de los aspectos más interesantes y relevantes de la marcha atópica. Un niño con dermatitis atópica tiene una piel con una barrera alterada, lo que permite que ciertas proteínas del ambiente —incluidas las alimentarias— ingresen al cuerpo a través de la piel. Esto se conoce como sensibilización cutánea.
Por ejemplo, si un bebé tiene eczema en las mejillas y está en contacto con partículas de leche de vaca o huevo (incluso a través de las manos del cuidador o del ambiente), puede desarrollar alergia antes de haber consumido el alimento formalmente. De ahí la importancia de tratar bien la piel y de introducir los alimentos de forma adecuada.
La importancia de la introducción controlada
La introducción de alimentos en bebés con antecedentes de dermatitis o con sospecha de alergia debe hacerse bajo supervisión médica. En algunos casos, recomiendo estudios previos para valorar la sensibilidad, y en otros, hacemos la introducción de ciertos alimentos en un entorno controlado, como una unidad médica, para actuar rápidamente si hay una reacción.
No se trata de tener miedo a los alimentos, sino de tener una guía profesional que te acompañe en este proceso. Con un abordaje correcto, muchos niños toleran bien los alimentos potencialmente alergénicos y desarrollan defensas adecuadas con el tiempo.
Como ves, la alergia alimentaria es una etapa clave en el viaje de la marcha atópica. Identificarla, manejarla con cuidado y acompañarla con seguimiento médico puede marcar una gran diferencia en la salud y calidad de vida de tu hijo.

Rinitis Alérgica y Asma: Las Etapas Respiratorias del Viaje
Cuando el sistema inmunológico ya ha mostrado señales a través de la piel y el aparato digestivo, es común que comience a manifestarse también a través de las vías respiratorias. En el contexto de la marcha atópica, esto suele presentarse como rinitis alérgica, y en algunos casos evoluciona hacia asma infantil.
De los estornudos a las crisis asmáticas
Muchos padres no le dan mayor importancia a los moquitos persistentes, los estornudos matutinos o la congestión nasal. Sin embargo, cuando estos síntomas se repiten, no se acompañan de fiebre y se presentan especialmente en las mañanas o en ciertas estaciones del año, estamos probablemente frente a una rinitis alérgica.
Este tipo de rinitis aparece comúnmente a partir de los 2 o 3 años, y es una respuesta del sistema inmunológico a los aeroalérgenos: ácaros del polvo, polen, pelos de animales o esporas de hongos. Aunque puede parecer un cuadro leve, su persistencia puede derivar en complicaciones más serias.
Entre los síntomas respiratorios más comunes, encontramos:
- Congestión nasal constante
- Estornudos repetitivos
- Secreción nasal clara y abundante
- Ojos llorosos o con picazón
- Tos seca nocturna
- Respiración bucal frecuente
Y si no se trata adecuadamente, estos síntomas pueden escalar y convertirse en sibilancias (silbidos al respirar), dificultad respiratoria e incluso crisis asmáticas recurrentes.
¿Cómo diferenciar una alergia respiratoria de una infección?
Una de las preguntas más frecuentes en consulta es: “Doctor, ¿cómo sé si esto es una alergia o una gripe?”
La diferencia clave está en la duración, la recurrencia y los síntomas acompañantes. Las infecciones suelen venir con fiebre, malestar general y secreción más espesa y amarilla. En cambio, la rinitis alérgica se mantiene en el tiempo, es más intensa en las mañanas o al contacto con polvo o cambios de clima, y no produce fiebre.
Cuando hablamos de asma alérgica, los síntomas incluyen:
- Sibilancias
- Tos persistente (sobre todo nocturna o al correr)
- Dificultad para respirar
- Sensación de opresión en el pecho
En muchos casos, encontramos niveles elevados de IgE (inmunoglobulina E), un marcador que indica una respuesta alérgica activa en el organismo.
Más allá de los síntomas: impacto en la vida del niño
Lo que muchos no saben es que estas enfermedades respiratorias afectan mucho más que la nariz o los pulmones. Una rinitis no tratada puede alterar profundamente la calidad del sueño, provocando despertares nocturnos, cansancio durante el día, irritabilidad e incluso dificultades de concentración y aprendizaje.
“Una rinitis mal controlada puede afectar el desarrollo psicomotor del niño.”
— Dr. Daniel Amaya
He visto niños que, tras mejorar su respiración y su descanso, presentan cambios significativos en su comportamiento, atención y rendimiento escolar. Por eso, tratar la rinitis y el asma no es opcional, es una inversión en el bienestar integral del niño.
Estas etapas respiratorias de la marcha atópica nos recuerdan que el sistema inmunológico está conectado en todo el cuerpo. Lo que comienza con la piel, puede llegar a afectar cómo respira y vive tu hijo. Con un diagnóstico temprano y tratamiento personalizado, es posible controlar los síntomas y evitar que estas enfermedades limiten su día a día.
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¿Por Qué Progresa la Marcha Atópica? Mecanismos y Factores Involucrados
Una de las preguntas más frecuentes que recibo en consulta es: “Doctor, ¿por qué mi hijo desarrolla una alergia tras otra?” Y aunque no hay una única respuesta, la ciencia nos ha permitido entender varios mecanismos que explican la progresión de la marcha atópica.
Factor | Descripción |
---|---|
Genética y predisposición atópica | La atopia es una herencia familiar que incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades alérgicas como dermatitis, asma, rinitis o alergias alimentarias. Afecta también barreras como la piel y las mucosas. |
Células Th2 e IgE | Las células T helper tipo 2 (Th2) promueven la producción de IgE y generan inflamación persistente, favoreciendo nuevas sensibilizaciones alérgicas. |
Ambiente y microbioma | Factores como higiene excesiva, poca exposición microbiana, uso de antibióticos, tipo de parto o contaminación pueden alterar el sistema inmune y aumentar el riesgo alérgico. |
Conexión entre piel, intestino y pulmones | Estos tres sistemas comparten mecanismos inmunes. Un daño en la piel puede desencadenar alergias alimentarias, que a su vez influyen en el sistema respiratorio. |
La marcha atópica progresa por una combinación de genética, inmunología y ambiente. Entender estos factores no solo nos permite explicarla, sino también intervenir de forma temprana y personalizada para modificar su curso y proteger a nuestros niños.
Diagnóstico Temprano: Detectar para Intervenir
Uno de los pilares fundamentales para modificar el curso de la marcha atópica es el diagnóstico precoz. Cuanto antes identifiquemos una condición alérgica, mayores son las posibilidades de actuar eficazmente, evitar su progresión y mejorar la calidad de vida del niño.
Aspecto | Descripción |
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Consulta clínica | La evaluación médica inicial es fundamental. Incluye una historia detallada de los síntomas, antecedentes familiares de alergia, factores desencadenantes y evolución del caso. Suele orientar el diagnóstico antes incluso de realizar pruebas. |
Pruebas de alergia |
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Índice Predictor de Asma (API) | Herramienta útil en niños con sibilancias frecuentes para evaluar el riesgo de desarrollar asma. Considera factores como dermatitis atópica, historia familiar de asma y eosinofilia. |
Prevención y Tratamiento Personalizado: El Plan de Acción
Cuando hablamos de prevención de alergias, no se trata de evitar todo lo que podría causar una reacción, sino de educar, acompañar y actuar con estrategia. Desde el momento en que identificamos un niño con riesgo atópico, podemos implementar medidas en casa como el uso constante de emolientes para proteger la piel, evitar irritantes ambientales, mantener un entorno libre de humo y polvo, y cuidar la alimentación con una introducción guiada de alimentos potencialmente alergénicos. En consulta, establecemos un plan de manejo de alergias que puede incluir tratamientos con antihistamínicos, corticoides tópicos o inhalados, inmunoterapia (cuando está indicada) y educación para el uso correcto de medicamentos de rescate. Pero lo más importante es que cada niño necesita un plan único, adaptado a sus síntomas, historia clínica y entorno. No existen recetas universales. Por eso, el seguimiento cercano y el trabajo conjunto entre familia y alergólogo hacen toda la diferencia. Así logramos no solo controlar la enfermedad, sino evitar que progrese y preservar la calidad de vida del niño y su familia.

¿Y la Esofagitis Eosinofílica? Una Nueva Pieza del Rompecabezas
En los últimos años, ha surgido un nuevo actor en la conversación sobre la marcha atópica moderna: la esofagitis eosinofílica. Se trata de una inflamación crónica del esófago causada por una reacción alérgica, generalmente a alimentos, aunque también puede estar asociada a alérgenos ambientales. Clínicamente, esta condición se manifiesta con dificultad para tragar, dolor torácico, rechazo alimentario en niños pequeños o sensación de alimento atorado. Su diagnóstico requiere una endoscopia digestiva con biopsia, donde se identifica la presencia de eosinófilos (un tipo de célula inflamatoria) en el tejido esofágico. Aunque aún se debate si debe incluirse formalmente dentro de la marcha atópica, cada vez hay más evidencia que la vincula con pacientes que ya presentan alergias digestivas o enfermedades como dermatitis atópica y asma. En mi práctica, observo que muchos niños con esta afección tienen un historial alérgico previo, lo que refuerza la idea de que podríamos estar frente a una nueva manifestación de este patrón alérgico progresivo. Por eso, reconocerla y tratarla de forma oportuna es esencial para mejorar los síntomas y evitar complicaciones a largo plazo.

¿Por Qué Elegir al Dr. Daniel Amaya para Tratar la Marcha Atópica en Medellín?
Como especialista en alergias infantiles con más de una década de experiencia, he acompañado a cientos de familias en el manejo integral de la marcha atópica, desde los primeros brotes de dermatitis hasta casos complejos de asma o alergias alimentarias. Mi formación en alergología pediátrica, tanto en Colombia como en el exterior, me ha permitido combinar la ciencia más actual con un enfoque personalizado y humano, donde cada paciente recibe atención basada en su historia, síntomas y entorno. En mi consulta en Medellín cuento con tecnología diagnóstica moderna, herramientas educativas para padres y estrategias terapéuticas adaptadas a cada etapa del viaje alérgico. Trabajo de la mano con las familias para prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida de los niños.
“Mi compromiso es acompañarte desde el primer brote hasta lograr una vida con menos síntomas, menos miedo y más bienestar.”
— Dr. Daniel Amaya
Toma el Control Hoy: Acompaña el Viaje Alérgico de tu Hijo con Información y Acción
La marcha atópica no es una condena, sino una oportunidad para intervenir a tiempo y cambiar el rumbo. Si identificas síntomas como eccema, congestión nasal, alergia alimentaria o episodios de asma, no los ignores. Con un diagnóstico temprano, un plan de manejo adecuado y el acompañamiento de un especialista, es posible reducir síntomas, evitar complicaciones y mejorar la calidad de vida de tu hijo.
Preguntas Frecuentes sobre la Marcha Atópica
¿Qué es exactamente la marcha atópica y por qué se llama así?
La marcha atópica es un término médico que describe la secuencia en la que suelen aparecer ciertas enfermedades alérgicas a lo largo del desarrollo infantil. Generalmente inicia con dermatitis atópica, continúa con alergia alimentaria, y más adelante se manifiesta como rinitis alérgica y/o asma bronquial. Se le llama “marcha” porque representa un recorrido progresivo del sistema inmunológico alérgico a través de diferentes órganos y síntomas, aunque no todos los niños siguen exactamente el mismo camino.
¿Todos los niños con dermatitis atópica desarrollan otras alergias?
No todos, pero sí existe un riesgo mayor. Los niños con dermatitis atópica, especialmente si tienen antecedentes familiares de atopia, tienen más probabilidades de desarrollar otras enfermedades alérgicas como rinitis, asma o alergias alimentarias. El tratamiento adecuado y temprano de la piel puede ayudar a disminuir la posibilidad de que estas condiciones progresen.
¿Es posible prevenir la marcha atópica?
Aunque no se puede prevenir completamente debido a su componente genético, sí es posible modificar su curso. El manejo adecuado de la dermatitis atópica, la introducción oportuna y controlada de alimentos, el ambiente libre de alérgenos, y el seguimiento médico especializado pueden reducir la severidad y progresión de las enfermedades alérgicas.
¿Qué pruebas se hacen para diagnosticar alergias en bebés?
Dependiendo de los síntomas y la edad del niño, se pueden realizar pruebas cutáneas (prick test), análisis de sangre para medir IgE específica, pruebas de provocación alimentaria controlada y estudios clínicos complementarios. Estas pruebas deben ser indicadas y valoradas por un alergólogo pediátrico, ya que su interpretación varía según cada caso.
¿Cómo sé si mi hijo tiene rinitis alérgica o solo está resfriado?
La rinitis alérgica se distingue por síntomas como estornudos repetitivos, moqueo claro persistente, picazón nasal u ocular y congestión nasal crónica, sin fiebre ni malestar general. Suele empeorar en las mañanas o al contacto con polvo, ácaros o mascotas. A diferencia del resfriado, no se resuelve en pocos días y tiende a ser recurrente.
¿Qué es la esofagitis eosinofílica y cómo se relaciona con la marcha atópica?
Es una enfermedad inflamatoria del esófago de origen alérgico, en la que se acumulan células llamadas eosinófilos en el tejido esofágico. Aunque todavía está en debate, se ha propuesto como una posible nueva manifestación de la marcha atópica moderna, ya que muchos pacientes con esofagitis tienen antecedentes de otras alergias digestivas o respiratorias.
¿El asma infantil siempre aparece después de la rinitis?
No necesariamente. Aunque muchas veces la rinitis alérgica precede al desarrollo de asma bronquial, esto no ocurre en todos los casos. Hay niños que desarrollan asma sin síntomas previos nasales. Sin embargo, si la rinitis no se trata adecuadamente, el riesgo de evolución hacia asma sí aumenta.
¿Qué alimentos son los más comunes en la alergia alimentaria infantil?
Los alérgenos más comunes en la infancia son la leche de vaca, huevo, maní, frutos secos, soja, trigo y pescado/mariscos. En muchos casos, los síntomas pueden aparecer desde el primer año de vida y afectar la piel, el sistema digestivo o las vías respiratorias. Es fundamental introducir estos alimentos de manera guiada y con seguimiento médico, especialmente si hay antecedentes de alergias.
¿Qué tan importante es la genética en la marcha atópica?
La predisposición genética (atopia) es uno de los factores más importantes. Si uno o ambos padres tienen enfermedades alérgicas, el riesgo de que el niño también las desarrolle aumenta considerablemente. Sin embargo, la genética no actúa sola: el entorno, el microbioma, las infecciones tempranas, y otros factores ambientales también influyen.
¿Cuándo debo consultar a un alergólogo?
Debes consultar a un alergólogo pediátrico si tu hijo presenta síntomas recurrentes como eccema, moqueo crónico, tos persistente, dificultad para respirar, reacciones a alimentos o cualquier sospecha de alergia. El especialista podrá realizar un diagnóstico preciso, establecer un plan de tratamiento y ayudarte a prevenir que la marcha atópica progrese a otras etapas más complejas.